Tiempo Muerto.
Entre al estadio. Habia mucha gente. Jokers Atlethic Club y Sporting Iron Royals jugaban un partido amistoso en Bellburn Park. Para muchos era la unica manera de ver un acontecimiento deportivo antes de la temporada regular. Me senté en el asiento 20 de la fila F. Y trate de concentrarme, antes de recibir la llamada.
El cielo comenzaba a nublarse. El partido tenia tan solo 5 minutos de haber comenzado y ya quería que se acabara. Por lo general los partidos de pre-temporada eran aburridos, puesto que solo se usaban para que los equipos probaban plantilla. Talentos jóvenes recién moldeados en sus canteras, jugadores a punto de retirarse buscando una ultima gloria. Eso era lo único que veías.
Hacia dos días había leído en el periódico que mi antiguo compañero Wes Montgomerie había muerto en Rusia. A mas de 20 años luz de aqui. Me pregunte si habría sido el. Absorto en mis pensamientos, no lograba recordar la cara de mis ex-compañeros. Me había largado de los Munchblanks hacia años. Ahora era independiente y la fortuna parecía sonreírme desde que me había ido.
De mi soliloquio, me despertó la gente enardecida. Al mediocampista de los Royals le había dado un tiro en el poste y el balón se había marchado fuera. Aparentemente parecían existir mas fanáticos visitantes que locales en este estadio. Yo, por mi parte, nunca comprendí porque le habían puesto Jokers (Bromistas) al equipo de esta ciudad sabiendo que aquí la gente era tan seria como los miembros de Glacial Tribes, una banda de rock industrial a la que solia visitar en sus conciertos a menudo. Una pena que se hubieran separado el año pasado.
Mi SM-25 vibro. Mire el teléfono en la tele-pantalla. Era el general Livesey. Su voz sonaba como siempre.
"Blaylock?"
"A sus ordenes, Livesey."
"Ya te he dicho que me digas Livesey. Ya no haces parte de la agencia. Esto solo es un encargo aparte. No tengo jurisdicción sobre ti.
"Lo se. Ya sabe, la costumbre."
"No importa. Solo llamaba para decirte que vas a tener que subir hasta la ultima fila y usar un T-8."
Aquello me dejo perplejo. Eso no era parte de la misión, evidentemente. Recuerdo que al aceptarla me pareció una misión sin mucha complejidad y ahora, de repente debía lidiar con un contratiempo no solo extraño sino también difícil.
No quería gritarle al señor Livesey. Le tenia muchísimo respeto. Pero si le alce la voz lo suficiente como para expresar indignación:
"General, usted me dijo que esto seria fácil. ¿Porque debo usar un rifle Francotirador T-8? No lo comprendo ¿Quien se supone que es mi objetivo?
"Robert, lamento decirte que el objetivo cambio a ultimo momento. Tu nuevo objetivo es...
bueno...
el arbitro del partido."
Colgó.
¿Que hacia un traficante de obsidiana y amatista como referee en un partido de la Galactic Football Cup?
El corazón casi me da un vuelco. Afortunadamente, mantuve la sangre fría. El entrenamiento en la agencia me había ayudado bastante en los últimos años. Aunque seguía trabajando por mi cuenta, aquella extraña combinación de enseñanzas egipcias y budistas impartidas por el mismisimo general Gordon Livesey sabían colmar mi cerebro lo suficiente como para apaciguarme.
"Toda iluminación viene de oriente, pero toda iniciación viene de Egipto."
Aquello se me había quedado grabado como una esquela. Pero esto no era la tierra. Y aquí la gente era muy distinta.
En medio del jolgorio provocado por un gol del equipo local. Subí casi hasta el techo. Arme un T-8 con uno de los dispositivos pequeños que llevaba en un bolsillo del gaban y espere lo suficiente.
Al minuto 35 del primer tiempo, el partido iba 1-2 a favor de los Iron Royals. Mi mente era un cumulo de pensamientos. Me pregunte que significaba para la gente esta clase de espectáculos. Si encontraban amor y pasión de la misma forma en la que yo lo encontraba en mi oficio de Caza recompensas. Si saldrían de aquí a sus casas a charlar con sus familias o si por el contrario, serian unos bastardos que se marchaban al bar con sus amigos y volvían a casa a violar a sus hijas de 13 años.
Nunca me ha gustado generalizar. Pero conocía a muchos así. Los suficientes como para que mi fe en la humanidad hubiera decaído por completo hacia muchísimo tiempo. Respire profundo y mire hacia abajo. No iba a aceptar que mi propia cabeza me importunara. Intente revisar mejor el campo de juego. Debía buscar el momento preciso cuando. Tommy Smith el famoso traficante de piedras preciosas, estuviera lo bastante alejado de todos. Me sudaba la frente. No esperaba que esto fuera así de complicado.
Uno de los jugadores del Jokers barrio fuertemente a un contrario. Una acalorada discusión entre los jugadores estallo en el lado izquierdo del campo. Smith había ido a revisar el VAR.
Fue corriendo suavemente en dirección a sus asistentes. No le quedarían energías. Volvería caminando.
Si lo calculaba mal, podría darle a un jugador. Intente discernir como funcionaba el tiempo para un fanático de los deportes. Si a veces le parecía demasiado lento cuando su equipo iba perdiendo, casi tanto como a mi se me hacia en este instante.
Volví a ojear la mirilla. Desvié el cañón 5 milimetros a la derecha. El viento soplaba fuertemente del lado contrario. La bala le entraría derecho en la sien.
Y fue eso lo que sucedió. Tommy Smith se desplomo dejando que su sangre manchara el prado verde. La gente comenzó a correr despavorida, buscando la salida. Pensando si serian el próximo objetivo. Los jugadores bajaban hacia los camerinos mirando para todos lados, como buscando respuestas.
La seguridad comenzó a hacerse mas latente. Cruce por las vigas, hasta volver a llegar a la ultima fila. Me metí entre las sillas mientras la gente corría a mi alrededor. Desarme el T-8 rápidamente y guarde el respectivo dispositivo de nuevo en el gabán y me mezcle entre la gente.
Cuando por fin salí del estadio, intente pensar en otra cosa. El estomago comenzó a regirme. Tanta adrenalina me habían dado ganas de una buena McBacon con papas y una Pepsi fría.
Me lamente un poco al comprender que le había arruinado la noche a muchos inocentes que quizás, buscarían refugio en tragos de Jaggermeister para alejar de sus ojos lo que habían presenciado.
Por lo menos, las piedras preciosas de Bellburn volvían a estar a salvo.


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