No existe un solo momento de los últimos años, en el
que el fan del metal promedio se pregunte, que tiene que hacer su genero para
no permanecer (o mas bien perecer) en el olvido indiscreto, al que ha sido
sometido gracias a las huestes del hip hop, del indie rock e incluso del
resurgimiento del pop punk.
Grupos de Deathcore como Whitechapel, Shadow of Intent, Oceano o Chelsea Grin,
no parecen tener aun la aceptación concreta ni de los medios ni de los fans, a
pesar de haberse sabido mover por el panorama. Ejercicio que se puede comprobar
gracias a la gran cantidad de memes que se les hacen, tanto en las comunidades
anglo como en las de habla hispana, donde en estas últimas, el género sigue sin
tener la misma validez que tienen otros como el Thrash o el Death Metal de hace
casi 15 o 20 años.
Asi mismo, los medios del género se han inclinado por
grupos como Ghost o Tool, cuyo ejercicio no obedece plenamente al del heavy
metal sino mas bien al de un heavy rock con secuelas marcadas por el hard rock
de los 80’s (en el caso de los primeros) o por explotar la constancia del rock
progresivo y llevársela hasta donde nadie se ha atrevido (Como en el caso de
los segundos) La pregunta es entonces, la misma que hasta entonces: ¿Qué banda
parece estar destinada a convertirse en la salvadora de un género que lleva más
en los ultimos años un intento de resistencia antes que el movimiento de masas
al que se dedicaba?
Es aquí donde entran los suecos de Orbit Culture, quienes a primera vista,
parecen ser mas un proyecto en solitario de su vocalista y guitarrista Niklas
Karlsson antes que una banda. Este último es, además de compositor, el
productor de la agrupación dedicándose también al mastering y a la mezcla, lo
cual ya de entrada nos permite entender demasiadas cosas al respecto. Tras dos
discos titulados In Medias Res y Rasen lanzados en el 2014 y 2016, y tras la
marcha de sus otros 3 integrantes originales, Karlsson busco nuevos compañeros
para una aventura, esta vez mucho más melódica y compacta.
En Nija, encontramos una deliciosa mezcla entre lo que
podría ser, las guitarras afiladas de Gojira con su sonido moderno y tan
apetecido en los últimos tiempos, y las voces y baterías de un grupo clásico como
lo es Metallica. Su principal compositor, defiende a sus nuevos compañeros no
solo con esta amalgama sino también encontrando en ellos un baluarte en el cual
apoyarse. Las armonias de Richard Hansson su guitarrista líder, contrastan al
mismo tiempo con la batería de Christopher Wallsteed, que, aunque no destaca
por el virtuosismo, si lo hace con un sonido pesado y demoledor, poniendo a su
vez en consideración, los pequeños solos y acompañamientos en el bajo de
Frederik Lennartsson. Algo digno de admirar si tenemos en cuenta que la gran mayoría
de bajistas del género, persiguen continuamente a la guitarra quedandose más
como una sección ritmica perdiendo valor en lo percutivo.
No es casualidad que el bajo en el grupo golpee con la
misma intensidad que los demás instrumentos. Nija es un disco de 10 canciones
que no sueltan al oyente en ningún momento, no le dan descanso ni oportunidad a
respirar. Mucho menos en las pequeñas atmosferas de canciones como “Open Eye”, “Nensha”,
la instrumental con la que cierra el disco, “Set Us Free” o en uno de los
sencillos más notables “The Shadowing” que incluso tiene un sample de la película
Interstellar, algo que no es extraño en la banda si tenemos en cuenta las temáticas
y las portadas de sus dos discos anteriores, muy entregadas a la ciencia ficción,
algo que en este disco parece haber sido olvidado, aunque no del todo.
A nivel lirico, las letras son sumamente
introspectivas. Todas escritas también por Niklas, quien no parece querer dejar
ningún sentimiento por demostrar, algo que se aprecia a la perfeccion en
canciones como “Day Of The Cloud”, “Behold” o la ya mencionada “The Shadowing”.
Su voz, cambia continuamente entre lo que parecen ser unos growls al mas puro
estilo de Mikael Akerfeldt de Opeth y los gruñidos característicos de James
Hetfield de Metallica. Es justo de este ultimo grupo de donde varios
consideraran que los suecos obtienen su mayor influencia. Las progresiones de las
tonadas que componen el disco no solo son parecidas a las de estos últimos,
sino que dicha manera en cómo están armadas parecen ser claves para la banda y
he aquí las razones:
Lanzado en plena pandemia por el COVID-19, en Nija encontramos el sonido que su
líder aparentemente siempre quiso que la banda tuviera luego de despedir a casi
todo su “personal” después de dos discos. Un sonido moderno guiado por algunas
de los conjuntos del momento, con elementos muy característicos y notables de
una de las bandas mas grandes de todos los tiempos. Un sonido avasallador y que
quizás no falte mucho para encontrarlo en los grandes escenarios de los grandes
festivales a nivel mundial, eso si alguna vez volvemos a encontrarnos allí.
El disco grabado entre febrero y marzo del presente año 2020 y lanzado en
muchas plataformas el 7 de agosto, ya había dado sus primeros pasos con unos
cuantos sencillos, unos cuantos meses atrás. Sin embargo, el disco al completo
parece ser un reflejo de lo que estamos viviendo a nivel global: La desesperación
de la humanidad por mantenerse aun con vida intentando no pensar en su propia destrucción
inminente, y es algo que no es para menos ya que tanto este álbum como Orbit
Culture, puede que estén destinados a eso mismo: A destruir por completo un
panorama que no parece tener una dirección clara de hacia dónde va o que es lo
que quiere, a pesar de que mes tras mes surjan nuevos lanzamientos que le
recuerdan al fan del metal promedio que quizás, no es su género quien está
muerto, sino su mentalidad enraizada en sonidos de hace 10 o 15 años atrás que
poco o nada aportan a estas alturas de la partida, por muy buenos que sean.
Quizás una premisa para resumir todo lo anterior, sea
la que muy posiblemente se les aplique a varios de los discos de metal que se
vayan a referenciar aquí: Nija no es el disco que el metal necesitaba, sino tal
vez, el disco que el metal merece.
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