Review: Hecho en Puerto Rico - Willie Colon (1993)
Con Willie Colón nació la salsa, o por lo menos es lo que dicen muchos y muchas. El género durante casi 4 décadas desde 1960, fue la música ideal para tratar temas de las clases marginadas latinas. Poco a poco ha ido alcanzando otras audiencias sin perder su rebeldía original. Este experimento le ha dado unidad a la música que se hacía (¿Qué se hace?) en el entorno de Nueva York, al asimilar los ritmos caribeños, latinoamericanos y norteamericanos y crear un sonido moderno, agresivo y bastante experimental, cercano al Jazz que había surgido años atrás y que tantas cosas había hecho por la población afroamericana.
El Malo del Bronx (como se le conoce popularmente) es uno de esos músicos que, si bien no niega la influencia de la música cubana en la salsa, afirma que ésta no es equivalente a "salsa". En sus propias palabras, puede dar un concierto de dos horas sin interpretar ningún ritmo cubano y a pesar de esto, tocar salsa. Al respecto es famosa su frase "la salsa no es un ritmo, es un concepto".
Hecho en Puerto Rico es un disco lanzado en 1993, que remarca lo dicho por el cantante y trombonista nacido en El Bronx luego de lo que fueron fracasos comerciales como “Color Americano” y “Honra y Cultura”. Ese mismo año, su gran compañero de mil batallas en su primera etapa, Héctor Lavoe perdería la vida un 29 de junio.
Estos dos hechos produjeron en el Neoyorquino, un cambio estilístico luego de una primera etapa como solista relativamente fructífera, una presentación exquisita de Rubén Blades como vocalista principal de su orquesta (antes de convertirse en el monstruo que conocemos hoy) y una segunda etapa como solista que estaba dejando mucho que desear a comparación de la primera.
Para 1993, la explosión del rock alternativo, del britpop, de géneros de la electrónica como el Big Beat, y corrientes nacientes como el Smooth Jazz y la música Lounge no parecían dejar espacio para la música latina en ningún lado. Tanto la salsa como el bolero parecían perecer ante un mercado que ni de chiste les pondría los ojos encima. Al menos no como lo hizo décadas atrás. Willie, no solo supo entender la situación en la que estaba metido, sino que también consiguió comprender que para regresar y atrapar al mercado debía volver a sus raíces ancestrales y reclutar músicos que también entendieran lo que fue aquella primera parte de su carrera musical con el mencionado Héctor Lavoe.
No es casualidad que, por eso en este disco nos encontremos con los arreglos de Isidro Infante, quien para la fecha cuenta con casi 2.500 de ellos a sus espaldas en el mundo de la salsa, 5 Premios Grammys y 47 nominaciones y con trabajos al lado de artistas como Tego Calderón y Stevie Wonder.
Como no podía ser de otra manera, no solo los arreglos debían ser magistrales. También había que agregar gran material de interpretación y es aquí donde sale a relucir la labor en el bajo de Bobby Valentín, quien durante muchos años fue el bajista de la Fania All Stars y marcando el esqueleto principal hallamos a Papo Lucca, pianista fundador de la Sonora Ponceña y por supuesto, Ángel “Cucco “Peña, a quien se le considera el productor por antonomasia de los Sonidos latinos, ganador de un Grammy al Mejor Álbum Tropical junto con Marc Anthony en 1999.
El disco arranca de manera esplendorosa, con la canción “Idilio”. Una canción que arrasó en las emisoras latinoamericanas, que se sigue escuchando en los salones de baile y en fiestas familiares y que es, junto a “Asia” probablemente una de las canciones mas conocidas de “El Rey del Trombón”. La letra es, en esencia toda una oda al amor no correspondido, a la incertidumbre, al anhelo de estar junto a alguien después de muchos años de cortejo. Llama la atención que el solo de trombón que aparece casi al final lo haga al propio Willie. Dato curioso si tenemos en cuenta que se lo reconoce mas por sus dotes vocales que por sus dotes como instrumentista.
“Atrapado” es un homenaje a la vida del dealer americano, o bien a la vida del expendedor de droga latinoamericano que vive en Norteamérica y parece ser a grandes rasgos, ese regreso que muchos anhelaban a las raíces de la salsa brava que tocaba los temas marginales de la violencia y la vida rebuscada. Las cadencias fuertes y una letra cruda, acompañan a lo largo de los 5 minutos para luego dejar paso al otro gran single del disco:
“Cueste lo que Cueste” es sin lugar a dudas la definición de bolero salsero. El inicio suave marcado por una letra desgarradora de alguien que busca despedirse del gran amor de su vida, va dejando lugar al compás y a los coros típicos de la salsa en los dos últimos minutos. Una transición impecable y única que solo podemos encontrar en canciones de la talla de “Ausencia” de Héctor Lavoe, y es particularmente en esta canción donde se hace notable la influencia que existía entre ambos desde hacia muchos años.
A quien no quiere caldo, se le dan dos tazas. Así reza el dicho popular y no es coincidencia pues, que la canción que encontremos luego del bolero salsero, sea igual o incluso aun mas melosa. “Yo te podría Decir” es un presagio de lo que para muchos es la muerte de la salsa, con la aparición de la salsa romántica de grupos como Guayacán Orquesta o vocalistas como Jerry Rivera y Eddie Santiago. Aquí encontramos una letra que es la gran declaración de amor absurdamente consolidada y el juego de trompetas y trombones, como hemos dicho, deja atrás la violencia sonora típica de la salsa brava y pasa a realizar un fraseo mas tranquilo y apacible.
La quinta canción del álbum, “Desde Hoy”, realiza exactamente el ejercicio de la canción anterior, pero de una manera mas solemne. Una melodia hecha a la medida para el hombre solitario, que busca generar la compañía necesaria para hacer catarsis, olvidar al ser amado y dejar atrás todo aquello que alguna vez causo desilusión.
Los puntos mas crudos y violentos del disco y en los que mas se perciben las ganas de volver a las raíces de la salsa brava son las dos canciones siguientes: Tanto “Buscando Trabajo” como “Aguijón” relatan el dolor que significa buscar y ganarse la vida, en especial para el latinoamericano ilegal en busca del sueño americano. Si la primera lo hace con una letra mas directa y con un sonido casi llegando al merengue y recuperando el sonido latino del que emergió, la segunda es el relato de un vago drogadicto que a duras penas ni sabe cómo sobrevive, machista, despreocupado e irresponsable que se fusiona a la perfección con el sonido clásico de la salsa brava de los Hermanos Lebrón y la propia Fania. Un retrato que casi podríamos considerar que es el del latinoamericano promedio y es por ello que quizás la última canción sea, una manera de decir del cantante que estos latinos promedios estén donde estén, jamás estarán solos:
“Por eso Canto” es la manera de decir de Willie Colon que seguirá haciendo lo que hace hasta el día de su muerte y defenderá por siempre su manera de hacer música y sus intenciones políticas en pro de los latinos, (en especial del boricua y el cubano) a las que le ha dedicado gran parte de su vida, razón por la que se hace evidente sus apariciones esporádicas tanto en el estudio como en el escenario en los últimos años. Todo el disco se ve perfectamente resumido en un cierre sublime, que sirve como declaración de intenciones ante el olvido que tanto el gobierno estadounidense como los latinoamericanos le hacen al prójimo.
Tras todo lo aquí formulado, se hace evidente que la gran mayoría de cantantes de salsa y de géneros latinos son mas recordados por sencillos que por discos completos. Muy posiblemente sin “Idilio” y sin “Cueste lo que Cueste” este seria un disco que no hubiera funcionado. Afortunadamente, gracias al empeño que colocaron todos los que colaboraron en su concepción, el disco sale a relucir casi 30 años después de su lanzamiento. La razón por la que se debe escuchar el disco es, precisamente esa. Su verdadera magia radica en los aportes minuciosos que se le hicieron tanto a nivel de producción como a nivel de arreglos e instrumental y que dejan entrever que, aunque no es el gran disco de la salsa, fácilmente estaría cerca de serlo de no ser por la poca continuidad y el poco reconocimiento que se le ha dado al resto de canciones como tal.
¿Sera acaso esta la razón por la que el oriundo de El Bronx se haya acercado más a la política que a la música en los últimos años?
Habría que preguntarle a las “salsotecas” y a los salones de baile donde su música aun resuena con fuerza, si es que queremos averiguarlo. De lo que estamos seguros, es que aquí encontramos un disco para la posteridad y que probablemente, al igual que gran parte de sus canciones, refleje ese amor no correspondido que muchos no han podido encontrar cuando se trata de acercarse a los sonidos latinos tan complejos como este.



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