Despedida.
No había bajado a comer. Esperando que la hoja en blanco se
completara sola. Como si mis memorias pudieran ser escritas alguna vez. Kyuss
maullaba aterrorizado. Mi pobre felino también al igual que yo, sentía aquellas
naves encima revoloteándole el cerebro y ninguno de los dos, sabia que hacer.
Un láser rojo desbarato por completo el techo de mi casa dejándome
a la intemperie, haciendo volar debido a la presión de los motores, gran parte
de mis documentos personales y algo de ropa. Sostuve a Kyuss entre mis brazos y
me dije a mi mismo que si debía morir aquella tarde, tendría que morir en compañía
de la única cosa que me había hecho sentir viva.
La nave de los rebeldes de KIDANCHOR, atroz e imponente como siempre, dio 3
vueltas alrededor de mí y de la ciudad, desplego su sistema de aterrizaje en un
campo cercano y abrió sus compuertas para dejar ver aquella figura. Los lentes y
el pelo corto, aquella apariencia de ser una mujer fuerte, inteligente y
desprovista de sentimientos. La misma que en un tiempo supo cómo enamorarme.
K había venido. Por fin K había regresado.
Se acerco hacia mí. Me arrebato el gato de mis manos como si no le importara y
se lo llevo consigo. Me dedicó una mirada de desdén, propia de alguien que no
quiere comprometerse. Camino hacia la nave sin mirar atrás y mientras subía por
el transportador, la nave se alejó de la ciudad mientras la gente comenzaba a
aglomerarse cerca de lo que era mi hogar para intentar desglosar lo que había ocurrido.
Sentado en el suelo, oculte mi cara entre mis brazos y me senté a llorar
desconsoladamente, intentado pensar en cómo viviría ahora.
Comprendí que me esperaba toda una eternidad en el infierno.


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